jueves, 16 de julio de 2015

Persiguiendo a Jr. Gong

Mi prima Vicky y yo, nos confesamos, amamos a Damian Marley. Hace tres años fuimos a Amsterdam a verlo por primera vez, disfrutamos el concierto como algo increíble. Fue en una sala pequeña por lo que lo vimos a tres metros de distancia y durante las tres horas mas o menos que duró pasó por todos nuestros temas favoritos, bailamos con Welcome to jamrock, recordamos y flipamos con Could you be loved, lloramos con Sabali y disfrutamos seximente con Road to zion.
Fue una pasada y además era Amsterdam así que aprovechamos para pasar unos días en una de las mejores ciudades que conozco.




La segunda vez que lo vimos fue al año siguiente, en el festival Rototom. El concierto estuvo bien, aunque como era de esperar no tuvo nada que ver con el primero, era un festival, había mucha gente y no se escuchaba del todo bien por lo lejos que estábamos. Uno de los dias que andurreabamos por allí, vimos a Damian caminando tranquilamente, salimos corriendo histéricas pero estaba rodeado de todos sus primos rastafaris y sólo pudimos hacerle esta foto pero fue una situación tan ridiculamente divertida... no soy nada fan para gritarle a nadie pero algo se apoderó de nosotras y no pudimos evitarlo.



Y finalmente el fin de semana pasado fue el Weekend Beach Festival y Damian iba. Por lo que mi prima Vicky y yo íbamos a ir, y tuvimos aún mas suerte y es que el Canijo de Jerez también tocaba, el mismo día, en el mismo escenario y teniendo en cuanta que no soy nada imparcial con él, porque además de que me encanta, no he ido a ningún concierto suyo en el que sus ritmos no se me hayan apoderado de los pies y me hayan hecho bailar y bailar sin parar, y creedme, he ido como a unos 20 o 30 conciertos suyos y en todos me he divertido, y si esto le sumo que me puede el amor familiar pues además de divertirme me emociona verlo allí, porque a veces se me olvida que es el Canijo y veo a mi primo Marquito, arriba del escenario, disfrazándose y haciendo mágicos sus conciertos. Él nos dice a sus hermanas y a mi que no tenemos "jartura", pero quien la tiene con su música. Dejo algunas fotos.





ah!! os dejo el nuevo vídeo dirigido y producido por mi bonita, la pequeña Nube, que le ha quedado espectacular.


y y y y y y por supuesto no me olvido de contar lo mas importante y es que en el weekend mi prima y yo cumplimos uno de nuestros sueños de conocer a Damian, asi que os dejo la foto que nos hicimos con él para dar un poco de envidia a los que también os hubiera gustado conocerlo ;)

viernes, 3 de julio de 2015

Cuento fácil







Salado, dulce, salado dulce, salado, dulce...
Todo comenzó ahí, eran las dos de la tarde de un frío día de enero, la ansiedad se apoderaba de ella, se encontraba en la estación de metro. Todos los días entre semana cogía la misma línea para volver a casa y como siempre el bullicio la atormentaba, todo estaba lleno de gente, el vagón llegaba y no solía ser hasta el cuarto intento cuando por fin conseguía un hueco dentro. Aquello era algo horrible para ella, siempre se imaginaba muriendo asfixiada allí dentro, entre desconocidos a los que ella no les importaba nada. A veces, cuando esperaba a que llegara, se imaginaba saltando a las vías sin más, jodiendo y molestando la rutina de todos los que querían seguir con su miserable vida, como había escuchado en alguna ocasión cuando lo hacía alguna otra persona, "¡si se quería suicidar que se corte las venas en su casa y no me haga llegar tarde al trabajo!" Le daba miedo que un loco la empujara a las vías y no le diera tiempo a subir... Era absurdo la de desgracias que se le ocurrían allí, a la espera, pero tenía una manera tonta de combatirlo, era esa opción de dulce o salado, sí, unos pasos hacia la máquina expendedora y una simple decisión que hacía que se concentrara en algo. La comida siempre había sido una buena opción, excepto aquel día.
Introdujo las monedas, marco el código y vio como la chocolatina que había decidido comprar se quedaba atrapada igual que su ansiedad por comer, llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de que todo se movía a través de señales. Ése, había decidido, debía ser su nuevo método de vivir, por lo que considero, ¡qué ingrato pensamiento!, que no debía hacer nada. Debía dejar aquella chocolatina atrapada en la máquina, sí, esa chocolatina la había salvado de ese culo grasiento que ella creía haber estado alimentando día a día. Y así, se vio reflejada en el cristal, observando su cuerpo y su destino, se dio la vuelta y salió corriendo escaleras arriba hacía su casa, ese día no comió.
Dietas, ejercicio, dietas, ejercicio, dietas, dietas, debilidad, dietas, debilidad, debilidad, debilidad, vómitos...
Fueron años de mierda en los que nunca llegó a sonreír del todo, pero ya no iba en metro, ya no se agobiaba pensando que moriría asfixiada en un vagón por miles de personas, ella misma se estaba asfixiando.
Y fue uno de esos días que caminando acompañada de su debilidad, llegó a la boca del metro que solía coger, se paró y al alzar la vista, ahí estaba él/ella pensad en quién queráis porque no importa, sólo que se miraron y le ofreció a ella una chocolatina, igual que la que hacía tres años la había consumido. Ella fue a negársela, pero él le dijo: "cógela, es sólo chocolate, además tengo dos, he tenido suerte, he ido a comprarme una y han caído dos de la máquina". Ella con la mirada perdida recordó su idea de moverse a través de señales, él le sonrió como si fuera el más afortunado de este mundo y ella no tuvo mas remedio que sonreír del todo, los dos bajaron las escaleras de la estación y comiéndose sus chocolatinas se perdieron entre el bullicio de la gente.